Si la insuficiencia renal progresa a fases muy avanzadas, existen tratamientos que sustituyen la función de los riñones. Si se llega a la situación en que una modalidad de diálisis es necesaria para suplir el trabajo de los riñones, tanto la hemodiálisis como la diálisis peritoneal hacen que se recupere la sensación de bienestar perdida y la mejoría del funcionamiento de los sistemas corporales. Cuando un riñón es trasplantado de forma satisfactoria, puede sustituir completamente la función renal.
Hemodiálisis:
La hemodiálisis es una técnica con la que se consigue eliminar del organismo las sustancias tóxicas acumuladas que el riñón no ha podido eliminar, al mismo tiempo que se elimina también el exceso de líquido que el organismo acumula, al no funcionar correctamente los riñones en la formación de la orina.
Para este tipo de diálisis es necesario un monitor de hemodiálisis o riñón artificial y un acceso vascular que permita, a través del catéter o aguja, extraer la sangre para hacerla pasar por un filtro (dializador), situado en el riñón artificial, y devolverla una vez “depurada o limpia”.
Durante este procedimiento, es relativamente pequeño el volumen de sangre que permanece fuera del organismo, ya que la sangre está saliendo hacia el dializador y volviendo a su organismo al mismo tiempo y con la misma velocidad.
Las sesiones de hemodiálisis tienen una duración variable en función de las necesidades de cada paciente, y su frecuencia suele ser de tres veces en semana, durante cuatro horas, en días alternos descansando los domingos.
Diálisis Peritoneal:
Es una técnica que igual que la hemodiálisis consigue eliminar las sustancias tóxicas acumuladas y el exceso de agua del organismo. Se realiza de forma continua y diaria, lo que proporcionará algunas ventajas sobre la hemodiálisis, en aspectos tales como la alimentación o la autonomía personal.
A diferencia de la hemodiálisis, la membrana que se utiliza como filtro no es artificial, sino que se sirve de una membrana natural denominada peritoneo. Esta membrana se encuentra recubriendo todas las vísceras y paredes del abdomen, formando lo que se denomina cavidad peritoneal.
Para esta modalidad de diálisis, se necesita acceder a la cavidad peritoneal, lo cual se consigue mediante la implantación de un catéter, que se realiza mediante una intervención de cirugía menor y con anestesia local, en la pared abdominal por debajo del ombligo. A través de este catéter, se introduce en la cavidad peritoneal un líquido de diálisis (infusión), permanece un tiempo en el interior (tiempo de permanencia), y posteriormente se vacía la cavidad peritoneal (drenaje), consiguiendo con la salida de este líquido de su organismo, la eliminación de sustancias tóxicas ya que el líquido de diálisis se ha “impregnado” de las mismas durante el tiempo de permanencia.
A esta secuencia de infusión, permanencia y drenaje, la denominamos intercambio de diálisis peritoneal. Será el nefrólogo, quien prescriba la cantidad de intercambios al día y volumen de líquido a infundir en cada intercambio, para que el paciente esté perfectamente dializado.
Trasplante renal:
Consiste en la implantación quirúrgica de un riñón sano proveniente de un donante.
Como la necesidad de órganos es superior a las donaciones, el paciente generalmente permanece durante un tiempo más o menos prolongado en lista de espera para trasplante, aunque también existe la posibilidad de recibir un riñón de Donante Vivo. En este caso el donante deberá someterse a varias pruebas para garantizar la compatibilidad del órgano del donante con el organismo del receptor (persona que va a recibir el trasplante). Durante este tiempo, el receptor permanecerá en tratamiento con diálisis.
El trasplante renal es la opción que proporciona un tratamiento más parecido al funcionamiento de los riñones originales y permite al paciente llevar una vida prácticamente normal. Sin embargo, el riñón trasplantado puede no funcionar inmediatamente tras su implantación, y que es relativamente frecuente que los pacientes trasplantados deban seguir dializándose durante un tiempo tras la intervención.
Igualmente tras la implantación del riñón donado, existe el riesgo de que su organismo lo rechace. Para evitar el rechazo será necesario tomar, estrictamente, la medicación todos los días. Es muy importante también seguir una dieta equilibrada y mantenerse en forma, además de acudir a todas las visitas médicas.