Convertirse en un enfermo crónico es un golpe para la sensación de seguridad y para la autoimagen. Exige enfrentarse a la idea de la propia vulnerabilidad y falta de control sobre los acontecimientos.
El ajuste a una enfermedad que se puede percibir como potencialmente incapacitante requiere un considerable esfuerzo de afrontamiento. La enfermedad renal terminal es un trastorno orgánico que, en mayor o menor medida, afecta a todas las áreas de la persona y obliga a quien la padece a someterse al tratamiento de diálisis o al trasplante para mantener la vida.
Existen dos momentos críticos que exponen al enfermo y a su familia a un mayor sufrimiento. Cuando se informa de la entrada en diálisis y la propia entrada. La entrada en diálisis suele ser percibida como algo negativo, como el final, como el fracaso del esfuerzo realizado, e incluso en ocasiones, como un paréntesis en espera del trasplante, aplazando o dejando pendiente decisiones de la vida personal. Además, a partir de ahora, el enfermo deberá asumir un régimen de vida difícil y tendrá que hacer frente a problemas múltiples y cambiantes.
El tratamiento de hemodiálisis va acompañado de limitaciones y alteraciones en las pautas de alimentación, restricciones en la ingesta de líquidos y uso de medicación. Conlleva reducción de las actividades que antes se realizaban (ocio, viajes, etc.), frecuentemente, suspensión de la vida laboral con la consiguiente reducción del circulo social, la pérdida del poder adquisitivo y un cambio en el tiempo libre que, con frecuencia, aparece vacío.
Evaluar, e intervenir, en las posibles necesidades psicológicas de los pacientes renales ha de ser una consideración importante de su tratamiento de cara a mejorar la calidad de vida.
¿Qué pasa cuándo progresa la insuficiencia renal?
Todo son expectativas negativas:
- Se le informa de que va perdiendo función renal.
- Saben que están abocados al tratamiento sustitutivo.
- Físicamente pueden encontrarse cada vez peor.
- Las consultas médicas y pruebas complementarias se hacen cada vez más frecuentes.
- Expectativas negativas en cuanto a poder mantener su trabajo, su ocio, su proyecto de vida.
El paciente renal tiene que enfrentarse a muchas pérdidas: salud, libertad, imagen corporal, hábitos diarios, autonomía, autoestima, bienestar físico, rol familiar, rol como pareja, sexualidad, trabajo, tiempo libre, vida comunitaria, sueños y aspiraciones, estilo de vida y capacidad de elegir.
Estar enfermo puede conllevar preocuparse por la enfermedad o, por el contrario, tratar de ignorarla. La negación se manifiesta bien como una incapacidad para percibir emociones, como un fracaso para percibir la amenaza, o bien como una imposibilidad para reconocer el impacto de la enfermedad en la vida. La negación ante las noticias adversas es una estrategia de afrontamiento más. Los problemas aparecen cuando va acompañada de incumplimiento de las prescripciones médicas y es la única estrategia utilizada.
Las respuestas emocionales más frecuentes del enfermo renal están relacionadas con la ansiedad y las alteraciones del estado de ánimo.
- La ansiedad suele ser una respuesta emocional normal de las primeras etapas de adaptación a la ERC. La ansiedad no solo está relacionada con el tratamiento, sino que aparece relacionada con la incertidumbre respecto al futuro y tratamiento.
- La depresión también ha sido identificada como uno de los problemas clave del enfermo renal terminal. Normalmente, se ha relacionado la depresión con un descenso en el cuidado personal y, lo que supone un mayor riesgo para la salud, en la adherencia al tratamiento médico, dieta, además, la ansiedad y la depresión del paciente renal correlacionan con su incapacidad, como con su percepción de salud y visión que tiene sobre si mismo.
El impacto máximo de la depresión se observa durante el transcurso del primer año de diálisis.
Así como es esperable que los evocadores situacionales de la ansiedad disminuyan con el tiempo, no ocurriría lo mismo con los de la depresión. Los cambios en el estilo de vida, en los roles sexuales y familiares y los sentimientos de pérdida, son problemas que tienden a acuciarse según avanza la enfermedad
¿Qué podemos hacer para paliar la situación?
- Mejorar lo síntomas físicos dentro de lo posible.
- Dar información completa por adelantado.
- Dar información a la familia.
- Disminuir las expectativas negativas sobre la enfermedad.
- Ayudar a buscar reforzadores individuales y familiares psicológicos.
El objetivo de la intervención
psicológica en los pacientes es conciliar su estado actual con una mejor
calidad de vida, para así conseguir:
- Manejo emocional.
- Tolerancia a la frustración.
- Aliviar los síntomas de depresión y ansiedad.
- Controlar Hábitos inadecuados.
- Instaurar conductas y actitudes saludables.
Por todo ello desde ALCER Giralda le ofrecemos apoyo psicológico para paliar y aprender a gestionar las incertidumbres y las emociones producidas por la enfermedad renal crónica.
Carmen Rosendo Vázquez, psicóloga de ALCER Giralda.